¡Heil Hitler!

Si existiera el más allá y los difuntos pudieran observar el universo de los vivos que dejaron atrás, Aldolf Hitler sentiría la dicha de ver germinar las semillas que sembró hace más de 70 años. Hoy, los ecos del “Viva o salve Hitler” llegan hasta sus oídos como el abrazo cariñoso de un fiel amigo que le extiende sus brazos y le dice: “tranquilo, querido amigo, no te dejaré caer”.

A pesar de la censura que han ejercido los medios de comunicación hegemónicos en torno a los acontecimientos de la guerra en Ucrania, en innumerables ocasiones se han revelado datos sobre los soldados ucranianos portando distintivos nazis o cometiendo atrocidades en contra de su propia población y la población rusa. Uno de los principales representantes del nazismo ucraniano ha sido el Batallón Azov, que destaca por su postura neonazi, fascista y ultranacionalista que, sin pudor y con orgullo, porta insignias como la Wolfsangel, que representa una trampa de lobos y que el Partido Nazi utilizó como símbolo inspirador en varios de sus batallones durante La Segunda Guerra Mundial.

Si bien abundan los ejemplos sobre los actos deplorables que han adornado esta actualidad, una “pequeña” muestra nos permite recordar dos de los casos que se quedaron incrustados en la memoria de algunos de nosotros. Una fotografía del cadáver de un soldado ruso abatido a manos de los soldados ucranianos (y que fue difundida por ellos mismos en sus RRSS) con evidentes huellas de tortura, burla, ridiculización y humillación: su cuerpo inerte colocado en la posición de un “hombre fumando recostado bajo el Sol” y en donde el cigarro entre sus dedos era su pene; el otro fue un vídeo en donde torturaban a una mujer ucraniana (pro rusa) humillándola desnuda y haciéndola pintar su rostro con pintura, así como marcando en su abdomen una esvástica antes de matarla.

Con todo, este tipo de revelaciones no son una sorpresa:

Baste recordar que en diciembre de 2021, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución propuesta por Rusia para “Combatir la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”. Tras su votación, el resultado fue: 130 países votaron a favor, 49 se abstuvieron (incluidos miembros de la UE) y 2 naciones en contra: ¿quiénes?, Estados Unidos y Ucrania. [1].

Esta situación mostraba sin vergüenza lo que podría ser el macabro fundamento de esta historia: EEUU y Ucrania consideran que la glorificación del nazismo no merece penarse ni combatirse para ser eliminada; dicho con otras palabras, que el ensalzamiento del totalitarismo, la antidemocracia, el ultranacionalismo y la extrema derecha deben ser defendidos como los pilares de la justicia del mundo libre y desarrollado. Pero el asunto en pro de su propagación y encomio no queda ahí: Meta, una de las RRSS con más alcance, preferencia e influencia, eliminó de su lista de organizaciones peligrosas al regimiento ultranacionalista ucraniano Azov, permitiendo con ello la distribución y el apoyo de su sistema de valores como cosa buena por todo el orbe, sin importar las impredecibles consecuencias que esto podría provocar en las democracias ni en el sentido de rectitud y de paz alrededor del planeta.

Lema en la puerta de entrada del campo de concentración nazi de Buchenwald: “A cada quien lo suyo”. 280,000 prisioneros pasaron por aquí. Fuente de la imagen: Wikipedia.

Algo de lo que podría pasar con estas acciones, es que cada día se repliquen personajes como David Kasatkin, miembro célebre del Batallón Azov y a quien se le atribuyen actos como la tortura y el asesinato de la población civil de Donbass, su participación en las torturas cometidas hacia los militares rusos que tuvieron como rehenes, el asesinato de un coronel de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el de un soldado ucraniano que deseaba rendirse, así como por amenazar en público al jefe de la república rusa de Chechenia, Ramzán Kadýrov, junto con su familia. Este individuo es uno de los que presume de forma abierta sus tatuajes con alusiones diabólicas y nazis, y en los que se miran frases como, “Jedem das Seine” (traducción al alemán de la frase latina “Suum cuique”) que significa “A cada uno lo suyo”, y que estaba en la entrada de Buchenwald, uno de los campos de concentración nazi [2]: este es el tipo de sujetos y prácticas que EEUU, Ucrania y la OTAN, así como las RRSS que controlan las mentes y el tiempo de los individuos, consideran dignos de encomiar en libertad.

Comenzaba el mes de abril y un prisionero de guerra ucraniano era entrevistado por el canal Rossiya (emisora de televisión pública estatal en Rusia):“Hitler y sus seguidores en realidad estaban haciendo lo correcto asfixiando a personas en las cámaras de gas”, dijo. Vadim Tókar tiene 25 años y expone con apertura que Hitler era un buen hombre y que hacía lo correcto matando a millones de seres humanos en las cámaras de gas porque se trataba de personas innecesarias, tal como parece que occidente piensa de los rusos y de su cultura: de hecho, Tókar considera que las personas de Donbass que se opusieron al golpe de Estado del 2014 merecen el mismo destino, calificándolas como innecesarias. Además, da cuenta de su servicio en las FFAA ucranianas no solo como una cuestión de contrato sino a su vez como una licencia para matar. Lo interesante del caso, es que este individuo tan seguro de sus convicciones era apenas un adolescente cuando ocurrió el golpe conocido como el Euromaidán, el cual potenció la penetración ideológica nazi propiciada por occidente [3], y que, dicho sea de paso, es la edad idónea para ejercer la fácil manipulación que prepara a los hombres del futuro.

En una reciente entrevista que Russia Today le realizó al filósofo y escritor ruso Alexánder Duguin, quien perdiera a su hija Daria Dúguina en un acto terrorista en agosto del 2022 y que, según la inteligencia de EEUU y la de Rusia, fue autorizado por el Gobierno ucraniano (sí, ese al que EEUU y la OTAN destinan miles de millones de recursos “para matar”). En dicho encuentro, Duguin hace una observación crítica sobre la manera en la que el pensamiento occidental se habría dado cuenta de que no podía obligar a los ucranianos a luchar en contra de los rusos a menos que se creara un nacionalismo artificial dentro de Ucrania. De acuerdo con el filósofo, como en una sociedad tradicional los valores liberales no podían ser un objetivo a defender, se hizo necesario un mecanismo radical que creara y promoviera una “pseudoconciencia artificial” como lo es el fascismo rusófobo ucraniano del cual los liberales globalistas se están aprovechando. Sin embargo, como resalta el escritor, ellos mismos destruyen cualquier forma de nacionalismo dentro de sus territorios toda vez que lo hacen florecer en Ucrania creando un “paraíso nazi”; no obstante, la apuesta occidental por el nacionalismo ucraniano en su enfrentamiento con Rusia supondrá la destrucción del Estado ucraniano [4]. Es interesante cómo el escritor se refiere al nazismo ucraniano como un “paraíso”, lo que hace alusión a un espacio de delicias, de dios, de bienaventurados y de amenidad en donde se florece en libertad, empero, ¿qué es lo que está floreciendo y qué es de lo que se está disfrutando? De igual modo, resalta cuando el filósofo se refiere a la destrucción del Estado ucraniano como una cuestión inevitable (y que a los amigos de Ucrania poco parece importar), al contrario de lo que un sector de la comunidad occidental vende a diestra y siniestra con la supuesta merecida e inminente “destrucción del Estado ruso depredador y miserable”. Precisamente se acaba de publicar una noticia presentada por la Unidad de Inteligencia de The Economist:

“La esfera de influencia de Rusia en el mundo está creciendo y cada vez son más los países neutrales o geopolíticamente no alineados que apoyan a Moscú, informa la CNBC que cita un informe de la Unidad de Inteligencia del periódico británico The Economist y a diferentes analistas. […] Al evaluar la aplicación de las sanciones antirrusas de Occidente por parte de las diferentes naciones, los patrones de votación en la ONU, las tendencias políticas internas y las declaraciones oficiales junto con los lazos económicos, políticos, militares e históricos, se observa un aumento significativo en la cantidad de países que ahora se inclinan hacia Rusia […].” [5].

La historia ha mostrado que cruzado cierto umbral, no es posible derrotar las formas absolutistas como el nazismo a través del diálogo, la razón o los acuerdos. Aunque la mayoría sensata evitaría al máximo el horror de la guerra, cuando la existencia propia o la de los seres amados está amenazada, no queda otro camino que la lucha a la manera que el Donbass lo hace hoy.

Lo anterior es un indicador revelador: la destrucción de la historia, la mentira, la censura, la férrea manipulación, la tergiversación de los hechos, los intentos de genocidio y la defensa a ultranza del perverso absolutismo nazi, por mencionar sólo algunos de los aspectos que han permeado la macabra coyuntura, no son tan poderosos como aparentaban: es difícil (porque lo es), pero parece que la verdad, la razón y la justicia tarde o temprano se imponen aunque les tome su tiempo.

Si bien la guerra no es el camino que la mayoría deseamos, también es cierto que la historia nos mostró que un cáncer que hace metástasis como el nazismo, no puede derrotarse con el diálogo, la razón, los acuerdos ni los abrazos, aun cuando estos (queremos creer) pueden ayudar de un modo significativo. Asimismo, su naturaleza retorcida mostró que quien es víctima de él tiene derecho a defenderse como las circunstancias lo exijan para sobrevivir, a pesar de la complejidad, dificultad o desgracia que esto podría implicar para todas las partes. A pesar de esto, es probable que la mayoría evitaríamos las armas al menos que sufriéramos ataques sistemáticos y nuestras vidas y la de los nuestros estuvieran en peligro, como ocurrió con el Donbass durante 14 años antes de levantarse en armas, o como sucede con otros pueblos que no tienen la capacidad de defenderse con la misma fuerza que con la que son atacados, como Palestina a manos de Israel (y EEUU). Lo antedicho permite comprender cuando el canciller ruso Sergei Lavrov dijo en relación al nuevo concepto de política exterior de Rusia: “[…] declaramos unívocamente que defenderemos el derecho del pueblo ruso a la existencia y el desarrollo libre”. [6].

Como el nazismo no es peccata minuta, vale considerar una manera de combatirlo desde la raíz con la esperanza de jugar un papel en el impedimento de su propagación. Ante la pregunta, ¿cómo se combate el totalitarismo, la antidemocracia, el ultranacionalismo y la extrema derecha (o el nazismo)? La respuesta es con su opuesto, en una proporción igual o mayor que su contraparte. Esto quiere decir que cuando se encuentre con el totalitarismo debe defender el pluralismo con toda su fuerza; que cuando sea víctima de la antidemocracia, ha de defender la democracia con mayor determinación; que cuando se encuentre con el ultranacionalismo, debe luchar con insistencia por el reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos sin diferencias superficiales como la cultura o el color de piel y que, cuando viva las consecuencias en su vida cotidiana de la extrema derecha, recuerde de qué lado está el corazón y hágase cada día más a la izquierda por una cuestión natural.

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Bibliografía

[1] Testigos del nuevo orden,  27 de febrero de 2022.
[2] RT en español: El nazi de Azov David Kasatkin, 26 de mayo de 2022.
[3] Sputnik: “Hitler hizo to bien”: la alarmante confesión de un neonazi ucraniano que llama a “asfixiar” rusos, 1 de abril de 2022.
[4] RT en español: El filósofo ruso Alexánder Duguin: Occidente ha creado un “paraíso nazi” en Ucrania, 4 de marzo de 2023.
[5] RT español: “No es una imagen bonita”: En occidente temen por el creciente apoyo a Rusia en el mundo, 31 de marzo de 2023
[6] RTVE: Rusia aprueba su nueva estrategia exterior con EE.UU. y Occiente como los “instigadores” de las políticas en su contra, 31 de marzo de 2023

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