Breve Reflexión sobre el Premio Nobel de la Paz
Uno de los galardones mundiales de mayor renombre es el premio Nobel de la Paz. Su misión, reconocer la labor de aquellos que han dedicado su tiempo y hasta su vida para lograr la paz en el mundo o en alguna de sus regiones. Según el testamento de su creador, el inventor sueco Alfred Nobel, este premio debe ser otorgado de acuerdo al documento que reza:
La totalidad de lo que queda de mi fortuna quedará dispuesta del modo siguiente: el capital, invertido en valores seguros por mis testamentarios, constituirá un fondo cuyos interés será distribuido cada año en forma de premios entre aquellos que durante el año precedente hayan trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y para la celebración o promoción de procesos de paz. El premio […] para el defensor de la paz [será concedido] por un comité formado por cinco personas elegidas por el Storting noruego. Es mi expreso deseo que, al otorgar estos premios, no se tenga en consideración la nacionalidad de los candidatos, sino que sean los más merecedores los que reciban el premio, sean escandinavos o no. [1].
Sin embargo, es posible notar que la otrora honorífica distinción ha sido entregada a personas que no cumplen con la voluntad de Nobel. Un caso muy evidente es el del presidente estadounidense Barack Hussein Obama, quien no sólo no ha hecho un esfuerzo por reducir su ejército, sino que lo ha incrementado y redistribuido por el planeta [2, 3, 4, 5]; todo ello sin mencionar el alarmante incremento de la violencia racial encabezada por los cuerpos policiacos en su propio país. Casos como el mencionado impregnan al galardón con un aura oscura, volviéndolo una farsa que a todas luces contradice sus principios fundamentales. Sin embargo, no nos engañemos. El mundo no se basa en ideales sino en políticas globales.
El laureado del 2016 es el presidente de Colombia Juan Manuel Santos. Al respecto, hay algunos hechos que me gustaría mencionar. El presidente Santos se encontraba en una encrucijada al momento de las pasadas elecciones presidenciales en su país. Al ser candidato al máximo puesto político, su intención no podía ser otra que la de ser reelegido. Pero el panorama era desalentador; todo parecía indicar que fracasaría [6]. En ese oscuro momento, las fracciones de izquierda así como diversos sectores sociales apoyaron a Santos con la condición de que se lograra un acuerdo de Paz con las FARC y que se otorgaran ciertos beneficios sociales al pueblo colombiano como el pago de horas extra, vivienda, etc [7]. Fue así como las promesas de bienestar social cambiaron la tendencia. Juan Manuel Santos ganó las elecciones y asumió de nuevo el cargo de Presidente.
Viéndolo de esta manera, es claro que el presidente Santos nunca tuvo la intención inicial de lograr la paz en su país. Sin embargo, la presión social y su intención de reelegirse cambiaron el rumbo de su mandato. Es un hecho que ahora está trabajando por dejar atrás la cultura de la guerra. No obstante, es innegable que semejante objetivo sólo puede lograrse con la voluntad de todos los implicados, especialmente con la de las FARC, las cuales, a través de su líder Rodrigo Londoño “Timochenko”, sin duda alguna manifestaron su deseo e intención activa de transitar hacia un estado pacífico [8, 9, 10]. De igual manera, dos países tuvieron influencia decisiva durante las negociaciones: Cuba y Venezuela, quienes fueron garantes del proceso de paz. El hecho de que se haya otorgado el premio Nobel únicamente al presidente, es un indicador de que la comisión que lo concede no toma en cuenta a todas las partes, ni las valora por igual.
Lo dicho aquí constituye un ejemplo más de la gran politización del premio. Me parece muy importante que se otorgue una distinción de tal envergadura a quienes trabajan activamente por la paz mundial, sin embargo, cuestiono mucho los móviles y las decisiones finales que no hacen justicia a la realidad.
Me quedo con varias preguntas: ¿Cómo pedir al comité del premio Nobel que se conforme por miembros sabios, bien informados y con independencia política? ¿Cómo evitar la politización del reconocimiento a los valores más elevados del ser humano? ¿Cómo lograr una igualdad real entre seres vivos? Para mí, son las preguntas más difíciles de responder.
Síganme en Mastodon:
https://social.politicaconciencia.org/@Maya
Bibliografía
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Premio_Nobel_de_la_Paz
[2] http://www.globalresearch.ca/la-red-mundial-de-bases-militares-de-los-estados-unidos/21173
[3] https://actualidad.rt.com/actualidad/176300-bases-eeuu-mundo-causas
[4] https://actualidad.rt.com/actualidad/169350-razones-fiebre-belicista-washington
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Ejército_de_los_Estados_Unidos
Concuerdo enteramente con la autora del artículo. Si en la actualidad existe un premio desprestigiado, ese es el Nobel de la paz. Si bien es cierto que las demás categorías del galardón no escapan a la crítica, la influencia de la política al otorgar el reconocimiento a los supuestos defensores de la paz es abrumadora.
En lo personal, me parece que el reconocimiento dado a Juan M. Santos se vuelve injusto como consecuencia de la exclusión del resto de los actores fundamentales del proceso de paz, especialmente de su interlocutor Rodrigo Londoño. Si algo debiera elogiarse es la voluntad de aquellos que habiendo crecido entre las armas, deciden dejarlas para seguir el camino de la reconciliación y la hermandad. Ellos, los representantes de este ideal, fueron las FARC, no el gobierno de Colombia.
Es curioso que no se mencione a Cuba ni a Venezuela, ni se les reconozca por su papel invaluable durante las negociaciones. ¿Será acaso la influencia del imperio? ¿Hay alguna posibilidad de que en este mundo los supuestos “malos” (los enemigos de Estados Unidos) sean reconocidos por las cosas que hacen bien? Todo indica que no; el mundo se ha vuelto de absolutos.
Por último, parece que el comité del Nobel tuvo problemas para entender el simple concepto de que los seres humanos cambian. Quizá no supieron cómo salvar las supuestas contradicciones que implicaba reconocer a un exguerrillero. ¿Acaso ya no recuerdan a Yasir Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin? Nuevamente, los absolutos se impusieron; los malos siempre serán malos y los buenos, buenos.
El problema es claro. No puede haber conflicto sin al menos dos partes; tampoco paz si ambas no la acuerdan.
Muy buena reflexión. Coincido plenamente en dichos cuestionamiento. ¿Cómo es posible que ahora en el mismo costal se encuentren personales como el Dalai Lama, Obama y ahora Juan Manuel Santos? ¡Tiene que ser una broma! De cualquier forma, parece claro que, como todo, la filosofía del Nobel se ha ido modificando. Me da la impresión de que ahora quieren jugar una posición política a través de él. Por ejemplo, cuando se lo dieron a Obama, recuerdo que la esperanza estaba en que cumpliera su promesa y retirara a las tropas de Irak. No lo hizo. Las incrementó: pero parecía que intento ser un medio de presión moral. Si ya tiene el Nobel de la Paz, ahora tiene que hacerla. Pero no fue así. A su favor diría que es posible que eso no haya dependido 100 % de él. Existen otros casos terribles, como el del judío recientemente fallecido que mató cientos de miles de palestinos, y a quien le fue otorgado el Nobel de la Paz. ¿Cuál paz si sólo trabajó por destruir a todo un pueblo y anular su derecho a la vida? Me refiero a Shimon Peres. Y seguramente quienes consideraron que merecía el gran premio, están igualmente convencido de que el pueblo Palestino no merece existir. Fuera de eso, en el caso de Colombia, hay muchos otros personajes que desde hace años han luchado auténticamente por la paz. El mismo ex presidente Hugo Chávez fue uno de sus más arduos promotores. Los diálogos en la Habana por el proceso de paz en Colombia comenzaron con él, pero muchos lo consideraban un peligro para la humanidad.
Sin duda Santos está haciendo un esfuerzo por la paz. Para mí, es la forma en la que quiere pasar a la historia, pero nunca un deseo auténtico como las víctimas que han luchado por la paz desde hace años. O toda su vida.
Creo que muchos se quedan insatisfechos y confundidos con este premio. Pero la mejor parte quizá sea que a más de uno les queda esa sensación de que, aún si Santos se merecía el premio, no era el único: Timochenko, Chávez, Diversos actores de la política colombiana como Piedad Córdoba, diversos actores de la política cubana, como el mismo Raúl Castro y muchos otros actores de la política venezolana, como el mismo presidente Maduro. Quizá lo más importante es que muchos de nosotros sepamos eso, el mismo Santos y el resto de los actores activos en pro de la paz. Quizá debió recibirlo el pueblo colombiano y nada más.