La táctica de los tercios

Sean A, B y C, tres jugadores que se disputan un trofeo en una cancha determinada. Gana el que junta más canicas de entre 100 disponibles, las cuales son proporcionadas por el grueso de los espectadores según sus intereses y preferencias. Hay más jugadores en esa cancha, aunque, por su escasa capacidad de juntar canicas, se puede decir que no cuentan.

¿Quién realmente tiene más canicas?

Sucede que, desde el comienzo de la disputa, un jugador, digamos A, está reuniendo más canicas que el B y los dos mucho más que el C (digamos 27, 23 y 14, respectivamente); es decir, que el acopio no se presenta más o menos en tercios. Pero el común de los participantes no lo sabe, y aprovechando esta circunstancia se induce entonces entre ellos, a través de un trabajo de propaganda, la ilusión de que hay una contienda pareja entre los tres. Esto anima al juego, sin que muchos se percaten de la estratagema.

Tiene el jugador B el mal hábito de ganar siempre ese trofeo, que aprendió a ver como botín, por lo que la batalla que libra contra A no respeta reglas, no conoce límites. Se deja entretanto recolectar al jugador C, quien, como es normal, hace su tarea. El competidor B, que es el que conoce mejor el terreno de juego y cuenta con todo género de recursos para hacerse de más bolitas por distintas vías (convenciendo, coaccionado, robando o comprando), al no poder acopiar más que A, pone en práctica contra éste, además de su incesante trabajo de difamación, la “táctica de los tercios” que consiste en dejar que el jugador que menos esferitas ha recolectado, en nuestro caso, C, reúna algunas más, sabedor B de que ésas nunca llegarán a su propio costal; lo deja acumular, pero sólo hasta cierto punto, al cual una vez llegado intentará frenarlo con sus variados recursos, el primero de los cuales es invariablemente la difamación. La finalidad central es impedir que las canicas sueltas que recolecta C puedan ir a las talegas de A (recordemos que sólo hay cierto número disponible, razón por la cual las que van a dar a las alforjas de uno, ya no van a las de otro). El competidor B busca, como es natural, que la diferencia sea a su favor para que una vez más gane el preciado trofeo al que considera su propiedad intransferible; pero si ello no es posible, tratará de que su diferencia por debajo de A sea exigua, muy pequeña, una o dos canicas, de suerte que pueda hacerlas aparecer no en su contra sino a su favor en los tribunales que dirimen tales cuestiones; o, si no, invalidarlas, despejando así el camino para la anulación de la competencia misma.

La táctica de los tercios, explicada con sencillez y aplicable únicamente bajo las condiciones descritas al principio, puede ser muy eficaz pero no infalible, ya que nunca se sabe a ciencia cierta cómo se distribuirán todas las canicas en juego. A pesar de todo, puede ser contrarrestada hasta volverla ineficaz, aumentando la diferencia a favor de A.

¡Hagámoslo ya!

Originalmente publicado en:

La Jornada Veracruz, 2 de Junio de 2016

http://www.jornadaveracruz.com.mx/Post.aspx?id=160602_060458_974

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Un comentario en «La táctica de los tercios»

  1. Apreciaría mucho la recepción de comentarios sobre cómo funciona la táctica de los tercios en el contexto actual veracruzano. Muchas gracias.
    LMC

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