La sutil seducción de la obviedad
El mundo contemporáneo es la apología de lo urgente. En él, el flujo vertiginoso de los acontecimientos parece no dejar alternativa. La realidad se construye en nuestra mente como una sucesión de eventos sin aparente conexión causal, manifestados al instante, sin precedente o consecuencia. Ante su enorme caudal, la mente se rinde en su esfuerzo por dilucidar el contorno difuso de aquello que la inquieta. Después de todo, por qué resistirse a lo que por fuerza de parecer evidente para una mayoría, simplemente se asume como obvio.
Sin embargo, ¿acaso existe un evento que visto desde cualquier ángulo pudiera ser descrito de la misma manera por todos sus observadores?, ¿puede un hecho suceder sin tener precedentes o sin generar consecuencias? La reflexión profunda debería llamar nuestra atención a que los acontecimientos son de naturaleza relativa, de modo que su interpretación depende de aquel que los observa así como del contexto en el que se juzgan; que se manifiestan como consecuencia de otros que les precedieron y que generarán consecuencias, inmediatas o no, pero que invariablemente terminarán por aparecer.
México, inmerso en un contexto global convulso, vive tiempos de cambio francamente inauditos. Anhelados por una mayoría históricamente oprimida, la sensación de urgencia se percibe en el ambiente, lo que a su vez se traduce en una dinámica de intensidad creciente en la que la necesidad de transformación parece responder sólo al ímpetu de los millones que justificadamente la respaldan. Con todo, es justo aquí donde hemos de ser especialmente precavidos. La imperiosa necesidad de transformar no debe convertirse, de ninguna manera, en una urgencia irracional.
Cuando una situación apremia, se corre el riesgo de apresurar las decisiones soslayando el proceso de estudio o de reflexión que debe acompañarlas. Si esto ocurre, las voces críticas pueden volverse inconvenientes, ya que la respuesta rápida se convierte en prioridad. Cuando se ignora la crítica, se aumenta el peligro de abusar del poder o, en el mejor de los casos, de incurrir en una practicidad excesiva en la que la visión de largo plazo se sustituye por una inmediata y fugaz. La posibilidad de cometer un error, por supuesto, también se vuelve mayor.
Conviene recordar que mediante la exacerbación del sentido de urgencia, los grandes comercios nos precipitan a realizar una compra; nos dicen que la oferta durará poco, que se irá en cualquier momento. Nos empujan a actuar ya, sin pensar. Mediante la misma estrategia, la derecha nacional (e internacional) fue capaz de imponer las leyes que le beneficiaban, como las llamadas transformaciones estructurales que el país “necesitaba”. Así, se evitó el debate, la reflexión y se excluyó al pueblo. Como el cambio urgía, las decisiones se tomaron rápidamente. Las consecuencias nefastas están ahí, evidentes para quien las quiera mirar.
En los albores de un nuevo gobierno mexicano, la reflexión precedente pudiera parecer ociosa o un ejercicio de interés meramente académico. Pero, ¿lo es? De entre los recientes acontecimientos de la vida política mexicana, destaca uno por su gran correlación con los aspectos tratados aquí: la designación del futuro director del Fondo de Cultura Económica (FCE). Durante este proceso, diversas contradicciones se manifestaron, algunas de las cuales polarizaron fuertemente a la población. He aquí algunos puntos:
-
Presunción de obviedad. Tras la declinación de la escritora Margo Glantz, Paco Ignacio Taibo II surgió como candidato único para dirigir al FCE. No hubo, al menos públicamente, la presentación de alternativas que, tras ser comparadas, permitieran visualizar que en efecto Paco era la mejor opción o incluso la única posible. Se le calificó como una elección obvia; es decir, la que era evidente para todos sin necesidad de demostración. El hecho cobra especial relevancia en el marco de la polémica subsecuente. Más allá de los méritos que sin duda tiene, hay que decir que de ninguna manera es obvio que Taibo II sea la única opción ni tampoco la mejor. Hasta la fecha, queda abierta la pregunta en torno al abanico de alternativas: ¿es la mejor, la única, la necesaria o una de varias posibles?
-
Sensación de urgencia. Se sabe que la postulación de Taibo II ocurrió, de hecho, mediante una frase que invitó, desde el principio, a la respuesta vertiginosa: “Pero me lo tienes que decir hoy mismo o mañana…”, en alusión a la propuesta que le hizo AMLO para hacerse cargo del FCE. Tal vez, la premura con la que se tomó la decisión fue un presagio de los acontecimientos que estarían por venir. Más tarde, cuando se supo que Taibo II no cumplía con los requisitos legales para desempeñar el cargo, fue necesario tomar una medida para resolver la nueva dificultad. Ante ello, el Congreso de la Unión se aprestó a revisar la ley con el fin de modificarla. De este modo, no habría impedimento legal para Paco. Sin embargo, la reacción (del congreso) ocurrió con tal presteza que fue una consecuencia natural que surgieran voces, propias y extrañas, que cuestionaran la forma de su proceder. La razón era simple: la modificación de la ley no era la única manera de resolver el problema, a menos claro que se asumiera que Taibo II era la única opción posible de entre todos los habitantes de este país.
-
Supresión de las voces críticas. Por la influencia que tuvo el proceder del Congreso de la Unión, el grueso de la población forjó su opinión del caso en torno a la pertinencia de una ley que exigía la nacionalidad mexicana por nacimiento para poder fungir como director del FCE. Este hecho, en apariencia simple, tuvo un efecto altamente polarizador en el que el término “discriminación” fue protagonista absoluto. Por un lado, prácticamente todos los planteamientos a favor de la modificación se basaban en la premisa de la discriminación de los derechos de Taibo II, un mexicano naturalizado; por otro, se hallaban las voces críticas que iban, desde la retórica de la derecha, hasta las que genuinamente cuestionaban el aspecto ético de la medida, sobre todo porque recordaba a las prácticas cuasi furtivas de los gobiernos de derecha en las que, haciendo uso de su fuerza legislativa, imponían cualquier ley de su interés. También había voces que planteaban que para modificar la ley, primero se debía estudiar la situación cuidadosamente, sobre todo para no sentar precedentes que en el futuro pudieran ser usados en contra de los intereses nacionales. Lo cierto es que no se podía disentir, so pena de ser catalogado como discriminador, xenófobo, o bien, como representante de la derecha. La muestra de este fenómeno descalificador abunda en las grandes redes sociales.
-
Contradicción. Con el transcurrir de los días, parecía que la controversia suscitada por la llamada Ley Taibo había quedado atrás. Al menos hasta que un día, Paco hizo declaraciones grandemente desafortunadas en las que afirmó que sería director del FCE con o sin la aprobación del Senado (vía decreto presidencial), para finalmente sentenciar: “Sea como sea, se las metimos doblada, camarada”. Luego, sobrevino nuevamente la polarización, sólo que esta vez la división fue mayor. Sus palabras chocantes o, como muchos dicen, machistas y misóginas (Taibo II se autodefine como feminista), ya no permitían defenderlo con facilidad (aunque hay que decir que muchos lo hicieron). El propio Senado de la República se vio obligado a congelar la ley, expresando en la voz de Martha L. Micher Camarena que se necesitaría “una discusión más amplia y profunda para días posteriores”. La nueva postura del Senado contrasta con la presteza inicial con la que se abordó la problemática. Si bien lo más probable es que se trate de una reacción de castigo político contra Taibo II por haber minimizado la función del órgano legislativo, lo cierto es que apunta en una dirección contraria que parece más sensata: hay que hacer una pausa para pensar. ¿Será que tenían razón los que de inicio decían que se debía analizar la situación con más cuidado?, ¿será que el cambio de postura revela que el objetivo inicial nunca fue la revisión de la ley per se en beneficio de todos los mexicanos?
La polémica desatada en torno a Taibo II y su nombramiento como futuro director del FCE debería mover a la reflexión, al menos en sus puntos medulares. Por un lado, nos muestra que las decisiones apresuradas pueden tener grandes consecuencias negativas. Un poco de pausa hubiera bastado para evitar mucho de la controversia actual; una pausa en la que circunstancialmente ya nos encontramos. También enseña que asumir que existen elementos o situaciones obvias que no requieren demostración, puede ser peligroso e incluso contraproducente. Siendo así, conviene acostumbrarse a aportar los elementos necesarios que disipen la mayoría de las dudas que una determinada situación pueda plantear. Hacerlo antes de que surja la polémica polarizadora será esencial.
Por otro, no se puede negar que proceder a la modificación de una ley federal partiendo de la necesidad inmediata de un único individuo puede parecer, ante ciertos ojos, una medida excesiva. En el caso que nos ocupa, si realmente se consideraba que había leyes que atentaban contra los derechos de los mexicanos naturalizados, entonces debió lanzarse el proyecto para su modificación sin atender a ninguna otra causa. Así, se habrían generado las condiciones para debatir la manera de cambiar las leyes, considerando el contexto geopolítico, neocolonial e imperialista que rige al mundo moderno, al tiempo que se garantizaran los derechos de todos los mexicanos. No se trata pues de defender la introducción de los cambios simplista y apresuradamente; por el contrario, hay que analizar el mayor número de escenarios y actuar en consecuencia.
Reflexione en lo siguiente: Taibo II es un personaje querido por un gran sector del pueblo que simpatiza con el nuevo gobierno, de modo que modificar una ley para beneficiarlo iba a ser bien visto por una mayoría. No obstante, si gobernara un partido adverso a esta mayoría y este partido optara por modificar la ley para beneficiar a un claro representante de los intereses del capitalismo mundial, ¿se defendería el cambio de la legislación de la misma manera? Actuar sin urgencia exige también recordar la historia y ser congruentes; implica sustituir la visión de corto plazo por una de mayor alcance que contemple al país en el marco geopolítico internacional. ¿Acaso Vicente Fox no fue presidente gracias a las modificaciones que se hicieron a la ley? La política es reactiva; lo que hagamos hoy nos será devuelto en el futuro, aunque no necesariamente en la misma intensidad. Siendo así, es preferible ejercer el poder minimizando la exposición de nuestros puntos débiles, ya que éstos se convertirán en la principal arma del adversario.
Finalmente, hoy está claro que en el interior del movimiento social que lucha por la transformación de México nos enfrentamos al enorme problema de no poder dialogar, debatir o disentir por causa de la radicalización de las ideas. En cierto modo, todos estamos seguros de tener la razón. Luego, nadie cede ni concede. Con tal actitud, corremos el riesgo de quedar aislados; de dividirnos. Y si nos dividen, nos vencerán.
¿Significa esto que el movimiento está perdido? De ninguna manera. Se trata de anticiparse a los posibles errores con el objetivo de evitarlos; se trata de eliminar la polarización en la base social. En la esfera del gobierno, pese a las fallas del ejercicio político, los legisladores de Morena han demostrado ser sensibles a la opinión del pueblo, de modo que el canal de comunicación está abierto. Andrés Manuel, por su parte, ha basado su fortaleza en el pueblo, escuchándole y sirviéndole. En suma, tenemos todo lo necesario para cumplir con éxito la misión que recién comienza. Asimismo, tengamos presente que ser críticos constructivos de un proceso social no nos vuelve, de ninguna manera, sus enemigos. Por el contrario, nos transforma en elementos leales capaces de decir la verdad en todo momento; capaces de reconocer el acierto cuando lo hay, así como también de señalar el error cuando se comete.
La responsabilidad histórica del nuevo gobierno mexicano es difícil de estimar. Baste decir que sobre sus hombros lleva la esperanza de millones de personas que no tendrán otra oportunidad; para ellos, para nosotros, el momento es ahora. Por lo tanto, la observancia de una actitud crítica que permita avanzar hacia soluciones construidas a partir de las mejores propuestas del colectivo, es esencial para minimizar el riesgo de fracaso. Dicho de otro modo, no podemos fracasar. Y por ello, hemos de basarnos en la fuerza que da la unión, la autocrítica y la humildad.
Sígame en Mastodon:
Qué importante y valiente artículo. Parece que se convierte en un tema tabú cualquiera en el que se sea crítico incluso de quien se es partidario. Creo que es un error aceptar irreflexivamente cualquier propuesta, incluso del personaje o de la corriente que se sigue de forma auténtica. Simplemente, si es así, perdemos la capacidad de autonomía racional, lo cual es grave por donde se le vea… Respecto a Taibo II, me parece que el artículo da en el punto: ¿realmente no existe otro mexicano que cumpla con el perfil para dirigir el FCE, de tal suerte que se vuelve indispensable e irreversible cambiar la ley para que este individuo “nos salve”? En mi opinión, el problema no es Taibo II, personaje querido que además cumple con la experiencia y las credenciales para dirigir el FCE; para mí, el problema a leguas es el cambio de la ley para favorecer a un único individuo. ¿De qué se beneficia la sociedad mexicana con este cambio de ley? Parece ser un acto para favorecer a uno solo y no al país entero. De cualquier forma, yo sí diría que me molesta que el desacuerdo crítico y racional, se convierta en automático en síntoma de racismo, discriminación e, incluso, de enemigo. Eso es absurdo, y no se puede fomentar semejante idea cuando el análisis y postura política, es indispensable en los tiempos del México actual.
Excelente artículo. La crítica que hace el autor. Me parece una crítica sensible e ilustrativa de lo que puede suceder si no se toman acuerdos con reflexión mesura y análisis exhaustivos en una toma de desiciones. La ley es la ley. Y nadie puede ni debe estar por encima de ella. No se debe tratar de cambiar la Constitución para favorecer a un sólo hombre. Ya que la Constitución nos representa a todos. Éste artículo nos lleva exactamente a considerar en situaciones venideras que no podemos aceptar modificaciones al vapor. Si no queremos se conviertan en armas letales de nuestros adversarios. Taibo tiene los méritos suficientes para el cargo. Pero cómo dice el autor no creo sea el único el mejor y que ningún otro pueda ser. Para mi gusto. Nada tiene que ver con la discriminación ni con negar el valor moral intelectual del aludido. Se trata de ser consecuente con un estado de derecho. Y de leyes. Ya que coincido con Huitlacoche. Esto puede tener consecuencias funestas para todos. Éste artículo me enseña quenos debemos transigir en lo que no esté bien aunque lo diga AMLO. Ayudarlo a corregir es nuestro deber. Por el bien del nuevo Gobierno. No polarizar la situación. Más bien analizar exhaustivamente la misma para encontrar la solución. Es un compartir profundo analítico y con bases y fundamentos muy acertados. Agradezco al autor su esfuerzo para compartir éste maravilloso artículo. Saludos compañeros. Trabajar por la unidad y la comprensión de los problemas que seguro seguirán habiendo. No nos dividimos. Todos buscamos el éxito del nuevo Gobierno. Gracias