Sonó el reloj. Es hora de votar si nos lo piden

El pasado 27 de agosto llegaron a su fin las campañas de los candidatos de Morena y sus aliados. Lo que sigue es la aplicación en el territorio nacional de la encuesta por muestreo de donde saldrá, primero con un título extraño, el Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, y luego el candidato de Morena a la presidencia de la república. Lo que está en juego, pues, es de máxima importancia.

En México, la elección del candidato a la presidencia de la república del movimiento de izquierda  constituye un evento histórico, pues por vez primera se ha de elegir entre seis candidatos, cada uno con perfiles interesantes, dignos de ser considerados. Ante ello, es de vital importancia favorecer el análisis de sus trayectorias  políticas y permanecer atento ante sus formas de proceder.

Es la primera vez en la historia de México que el potencial electorado se halla ante seis candidatos de partidos progresistas, cuatro de Morena (Adán López, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal), uno del PT (Gerardo Fernández) y otro del Partido Verde (Manuel Velasco). Todos, según sus estrategias, recorrieron diferentes puntos del país para dialogar con sus simpatizantes y aglutinarlos para la promoción de sus aspiraciones; sin embargo, desde el comienzo de sus campañas tuvieron que llevar, con base en las leyes electorales vigentes, sendos esparadrapos en la boca que les impidió, no del todo, exponer sus propuestas de fondo, su visión del México que sigue. Para colmo, los órganos de Morena les prohibieron debatir entre ellos de cara a los ciudadanos bajo el argumento, contradictorio para un partido de izquierda, de que un debate entre los aspirantes podría provocar desunión. ¡Hazme favor! ¡La izquierda negándose a debatir consigo misma! ¡Hasta los últimos dos candidatos de la derecha, arropados por el Frente Amplio, han debatido públicamente entre sí!

Hubo también otras anomalías, pues la dirigencia del partido más fuerte fue omisa, por decir lo menos, ante las oportunas observaciones de algunos candidatos de que no había piso parejo para todos y de que en algunos lugares, por ejemplo en Veracruz, el propio Morena faltó a su deber de ser árbitro imparcial de la contienda. Son señalamientos serios que sería saludable investigar.

Cosa diferente es que, dado el momento histórico que nos toca vivir, cada simpatizante o militante, en lo individual o en grupo, haga proselitismo a favor de quien crea idóneo para conducir el país durante el próximo sexenio.

Cierto, los caminos que conducen al poder, aunque a veces cuenten con revestimiento, nunca están exentos de imperfecciones y de árboles que caen sorpresivamente de través. Bajo esta realidad, son ineficaces los llamamientos a la unidad. La unidad de cualquier fuerza política no cae del cielo; la conducta ética de sus dirigentes y de sus personalidades juega un papel decisivo como elemento unificador. Hay que demostrar, como dice el Presidente de la República, que no somos iguales a los que combatimos durante décadas. Si aspiramos a ser una izquierda que gobierne por mucho tiempo para todos, privilegiando siempre a los más desamparados, hemos de esforzarnos por revertir los rasgos perversos de la cultura política dominante en nuestro México.

Echemos ahora un ojo sobre ciertos rasgos relevantes de cada candidato. Todos son buenos, pero al final describo al que me parece el mejor.

Manuel Velasco es abogado de profesión, militante del Partido Verde. Nació en 1980. Es, pues, el más joven de las seis alternativas que aparecerán en la boleta. Gobernó Chiapas, su estado natal, de 2012 a 2018 bajo las siglas de su propio partido. Siendo diputado federal en la LIX Legislatura, presentó una iniciativa, aprobada por diputados federales y senadores, para que los niños de familias pobres carentes de servicios de salud pudieran acceder a ellos gratuitamente en el sistema de salud pública. Con esa acción adquirió cierta notoriedad. También fue senador. Como contraparte, se le ha criticado por su frivolidad, por los gastos excesivos que realizaba, siendo gobernador, para promover su imagen y para otros objetivos insustanciales y reprobables dada la pobreza de Chiapas. Su recorrido reciente por algunas ciudades del país sirvió para promover a su partido y, de paso, su propia imagen.

Desde el punto de vista de una ideología de izquierda sin ambigüedades, enriquecida con conocimientos de la Historia de México y con notables dotes de tribuno del pueblo, Gerardo Fernández Noroña no tiene parangón. Sabe también de la historia de los movimientos de emancipación de otras latitudes de América Latina que trae a colación en la tribuna cuando lo estima conveniente. No obstante, no se le ha dado oportunidad de ocupar un puesto importante de gobierno. Concedo que la experiencia previa no es conditio sine qua non para gobernar con acierto, pero cuánto ayuda el haberla adquirido, máxime si lo que está en juego es la presidencia de la república. Además, no necesariamente existe correlación directa entre el hablar de cambios sociales o defenderlos apasionadamente con la capacidad para impulsarlos cuando se alcanza el poder. Cuenta con muchos seguidores, pero no suficientes para el fin propuesto, además de que sus recursos para promoverse fueron exiguos. Con todo, lo califico de hombre inteligente y bien intencionado. Sería provechoso para la causa que quien resulte ganador lo invite a colaborar para que muestre la madera de que está hecho.

Ricardo Monreal ha sido académico, abogado y, principalmente, político de altos vuelos. Ha bregado al lado de López Obrador desde hace mucho, diríamos que desde que éste le propuso la candidatura por el PRD a la gubernatura de Zacatecas, su estado natal, la cual ganó y ejerció de 1998 a 2004. Pocos años después, visitando yo las ruinas arqueológicas de La Quemada, en esa entidad, unos vecinos del lugar me dijeron que para ellos el mejor gobernador que había tenido Zacatecas era Ricardo; pero carezco de elementos para decir que esa era la opinión mayoritaria de los zacatecanos. Lo que sí sé es que desde que se alzó con la gubernatura apoyó e impulsó los afanes de López Obrador; que fue Jefe de la Delegación Cuauhtémoc por Morena de 2014 a 2017; que su quehacer como senador de la república desde 2018 hasta fechas recientes no ha sido bueno para su causa ya que pesan sobre él graves señalamientos de sus correligionarios que lo han hecho objeto de acerbas críticas y, como era de esperar, de marginación. Sin embargo, su accionar como Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado tuvo más luces que sombras sacando acuerdos con el resto de las fuerzas políticas que han sido fundamentales para el proyecto de nación en curso. Se le escapó esta oportunidad; pero como en política nadie está del todo muerto hasta que está muerto de veras, seguramente lo veremos muy activo en próximas peleas.

De Adán López desconocía yo y muchísima gente su personalidad política hasta que fue llamado por el presidente López Obrador a encabezar la Secretaría de Gobernación. Recordé entonces que había sido Gobernador de Tabasco. Al observar su desempeño en la Secretaría aparecieron de relieve sus dotes para conducir con inteligencia y buen tino la política interna del país. Es un político hábil, buen polemista, que en sus recorridos por el territorio como candidato le ha recordado a su auditorio la existencia de mafias empresariales enriquecidas sin rubor alguno al amparo de gobiernos anteriores y les ha propuesto sin rodeos la urgencia de reformar a fondo el poder judicial. Le apareció, no obstante, al menos un negrito en el arroz cuando rechazó el apoyo del partido para su campaña y prefirió financiarla , con profusión, por cierto, de su propio bolsillo. Por lo que he visto y oído luego, parece que con esa acción le salió el tiro por la culata. Es candidato fuerte. Estimo que sus probabilidades están por debajo del 50%.

La expresión que cada ciudadano manifieste en la encuesta, debe ser producto de una cuidadoso análisis llevado a cabo a partir del estudio de los perfiles y las trayectorias de cada uno de los candidatos. Sería un gran error, por lo que está en juego, decidir únicamente en función de la propaganda y de la influencia mercadotécnica.

Claudia Sheinbaum es una académica e investigadora brillante que, en el terreno de la ingeniería energética y el medio ambiente, ha jugado un papel destacado. Como política debutó en la liga nacional cuando Andrés Manuel, siendo jefe de gobierno del Distrito Federal, la llamó a colaborar como Secretaria del Medio Ambiente donde se desempeñó con acierto. Más tarde fue Jefa Delegacional en Tlalpan (2015 – 2017) y, finalmente, dentro de la oleada del fenómeno llamado Andrés Manuel, ganó la jefatura del gobierno de la Ciudad de México (2018 -2023). Su papel en este encargo fue bueno, pero lejos del alto nivel con que la presenta la propaganda desplegada por sus seguidores desde hace mucho. Veamos si no: En 2021 hubo elecciones para renovar las 16 alcaldías de la urbe que ella gobernaba. Su prestigio, que debió ser alto por su exitosa gestión después de tres años, habría influido para que los candidatos de Morena resultasen triunfadores en la mayoría de las demarcaciones, con todo y los posibles errores organizativos y tácticos del partido. Al momento de las votaciones, Morena gobernaba 13 alcaldías y la oposición 3. Al final del escrutinio, la oposición ratificó las 3 y conquistó otras 6. Es decir, desde 2021 a la fecha, la oposición gobierna 9 de las 16 alcaldías. Comparemos estos resultados con lo que sucedió en 2018 en las elecciones por la presidencia, las diputaciones federales y ciertas gubernaturas, en que se ganó casi todo, no tanto por el esfuerzo de Morena ni por la calidad de todos sus contendientes, sino por el prestigio y la autoridad moral de López Obrador.

Por tanto, es difícil entender a primera vista de donde ha salido el gran prestigio de la Dra. Sheinbaum. Pero se entiende fácilmente si se toma en cuenta el despliegue de propaganda a su favor con recursos de diversa procedencia y por que ella repite siempre todo lo que dice el que ocupa la silla principal. ¡Ah, cuánto bien le habría hecho a la militancia y al electorado potencial el verla confrontar sus ideas con las de Adán, Marcelo y Ricardo! Su probabilidad es alta.

Marcelo Ebrard es un político de tiempo completo desde hace 40 años. Su experiencia en distintos encargos y puestos de gobierno es variopinta y, a juzgar por los hechos, ha dado buenos resultados en todos los que ha participado o encabezado. Ante esa diversidad de experiencias y eficacia, cualquiera de sus oponentes pasa a segundo término. Además, posee características que lo muestran como un político de gran estatura. Es humilde, pues ha hecho reconocimiento por escrito a los muchos hombres y mujeres que fueron labrando su personalidad y sus convicciones; destacan, dicho por él, su abuela María de la Luz Maure García del Valle, con quien convivió hasta su muerte, y su jefe y mentor, el finado Manuel Camacho Solís, un académico y político mexicano de convicciones, inteligente, sensible y visionario.

Su sentido de la ética, lo hace organizado, metódico, respetuoso y cumplidor de los puntos que se aprueban en una negociación, lo cual ayuda a explicar la extensión de sus acciones a favor de la gente. Siendo candidato por el efímero Partido Centro Democrático para Jefe de Gobierno del DF en el año 2000, su visión clara del momento político que se vivía lo llevó a ceder su candidatura a Andrés Manuel quien ganó las elecciones ese año. En 2002 fue su Secretario de Seguridad Pública y en 2005 de Desarrollo Social. En 2006 fue él quien se alzó con la victoria en las elecciones como Jefe de Gobierno del DF a la par que Andrés López fue víctima de fraude para imponer a Felipe Calderón.

Su lealtad al actual Presidente de la República desde mucho antes que coronara sus esfuerzos, sin ser su eco, pone de relieve su calidad como político de la mejor cepa. A mes y medio de que acabara el año 2011, dos fueron los contendientes para ser el candidato a la presidencia de la república por el PRD, Marcelo y, por segunda ocasión, Andrés Manuel. Una encuesta aceptada por ambos dirimió la disputa. Los resultados favorecieron al segundo en mención por una diferencia de sólo 32 votos, el 1.6% de 2000 encuestados. Marcelo respetó los resultados y se sumó a la campaña del vencedor. En esa disputa nacional venció Peña Nieto (2012 -2018). La lealtad y rectitud de Marcelo y su eficacia como creador de instituciones y como diplomático habilidoso ha sido reconocido por el propio Titular del Ejecutivo en varias ocasiones.

Centenares, quizás miles de capitalinos recuerdan su permanente contacto con los damnificados y su entrega y desempeño en el proceso de reconstrucción de la Ciudad de México, luego de los estragos que sufrió la gran capital a consecuencia del gran sismo de 1985. Cualquiera que analice con imparcialidad el accionar de Marcelo al frente del gobierno del DF, hoy Ciudad de México, reconocerá que extendió proyectos y programas existentes de probada utilidad y creó nuevos. Ecobici, Metrobús , la Línea 12 del Metro, Prepa Sí, legalización del aborto, matrimonio igualitario, son sólo algunos de sus logros que llevaron a la Fundación City Mayors a otorgarle el premio al Mejor Alcalde del Mundo de 2010, galardón que no alcanzaron sus sucesores Mancera y Sheinbaum. Además, Marcelo es un político de talla mundial que se desempeñó con extraordinaria habilidad como canciller de Andrés Manuel para favorecer a la nación… Su probabilidad es alta. Es la mejor opción.

5/5 (6)

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Un comentario en «Sonó el reloj. Es hora de votar si nos lo piden»

  1. Es el primer artículo que leo que hace una semblanza de cada uno de los candidatos, lo que nos permite tener una mejor panorámica de quiénes son. En lo personal no sabía casi nada de ellos, lo que se sabe es por la propaganda y ya. Por otro lado, también creo que Ebrard es el más indicado y mejor preparado, y si no es él, es Noroña. Sobre Claudia diría que de un buen académico no se hace un buen político (y eso se nota).

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