Los adversarios del rector Martín Aguilar

Desde que fue designado rector de la UV para el periodo 2021-2025, el Dr. Martín Aguilar debió tener claro que conforme se acercara el fin de su cuatrienio, su aspiración a continuar al frente de la institución por un segundo y último periodo, como lo prevé la ley, tropezaría con obstáculos por diversas razones; la principal, según nosotros, y con base en lo que a veces transmite Radio Bemba, es que redujo o eliminó gastos en diversas partidas que sus predecesores consideraban intocables; por ejemplo: reducción a las compensaciones de salarios, empezando por las propias; supresión de gastos superfluos y mejor control del gasto corriente; achicamiento a un mínimo razonable de los destinados a publicidad en medios y liquidación de privilegios y prebendas. Los ahorros resultantes de tales medidas han sido aplicados en diversos proyectos y programas, como el de becas para los estudiantes de más escasos recursos. En otras palabras: una política de austeridad a favor de más acciones con impacto social, la cual concuerda con la que practica el gobierno federal y casi todos los gobiernos estatales desde 2018.

Si es verificable lo transmitido esporádicamente por la radio citada, entonces urge reconocer su escaso impacto hasta el momento y empezar a difundirlo junto con otros logros comprobables a través de los canales institucionales y de algunos privados, de manera regular, de suerte que el mayor número de universitarios y de otros interesados en el desarrollo armónico de la gran institución educativa, estén debidamente informados, pues es su derecho, y comprendan mejor lo que hoy está en juego detrás de la llamada “defensa de la legalidad”. Toda información ocasional, por valiosa y trascendente que pueda ser, se la lleva muy rápido el viento.

Entremos ahora en la cuestión que anuncia el título de este conjunto de renglones.

Quien desde una posición de poder actúa en contra de los privilegios de un cierto grupo, provoca reacciones intensas de animadversión por parte de quienes se consideran afectados. Es precisamente la afectación de tales intereses lo que explica la virulencia de la estrategia mediática desatada en contra del Rector de la Universidad Veracruzana.

Todo el que tiene un poder, pequeño o grande, cuando hiere privilegios y prebendas, desata furias. El rector, pues, ha concitado animadversión y oposición de algunos. Podríamos distinguir, sin pretender rigor taxonómico, los siguientes tipos de opositores que, por supuesto, no son excluyentes entre sí:

1. Los convencidos de que sólo tienen validez en la Universidad Veracruzana los usos y costumbres para designar a su representante principal, ya que poseen la virtud de comparar ideas y proyectos de varios aspirantes. Están ciertos de que tal comparación se lleva a cabo siempre en igualdad de condiciones. Son auténticos y en general no ven con buenos ojos las intentonas de desestabilización en que se afana un puñado.

2. Los académicos aspirantes al máximo cargo -de reciente o viejo cuño- que, no queriendo desde tiempo atrás ver al rector Aguilar candidato de nuevo en 2025, blandieron en su contra el incumplir el requisito de ser menor de 65 para competir por un segundo mandato, olvidando que al blandirlo tan apasionada e irreflexivamente lo convirtieron en un fusil de dos cañones colineales, que ahora, cada vez que lo ponen en sus manos, apuntan en direcciones opuestas. Dentro de ellos, al menos dos están abiertamente afanados en las intentonas de descarrilamiento.

Les repugnaba verlo en ese escenario, no por ser un viejecito que ya se duerme en las reuniones de trabajo con sus colaboradores, ni por la incompetencia de que lo acusan malignamente para descalificarlo, sino porque están conscientes de que si disputan el puesto máximo contra un rector, sus probabilidades de vencerlo son mucho menores del 50%.

3. Los afectados en sus intereses particulares por las decisiones que tomó Aguilar en los cuatro años pasados y a cuya cabeza están los tres ex rectores más recientes, los cuales, a juzgar por su llamamiento hace unos meses a las universidades públicas de México para intervenir en los asuntos de la Veracruzana, se autoerigieron en una especie extraña de líderes morales de todas las instituciones públicas de educación superior. Tamaña pretensión, aparte de que no tenía la más mínima probabilidad, muestra de bulto hasta qué grado se sobrevaloran y cómo entienden la autonomía de la casa de estudios que dirigieron.

Tal afectación de intereses explica la profusa estrategia mediática, virulenta y mendaz contra Martín. Libelos que también anuncian adhesiones masivas a su causa y presagian escenarios devastadores para la Universidad Veracruzana, que no se corresponden con la realidad cuando estima uno el número de los que marchan y se asoma al interior de los recintos donde se lleva a cabo con normalidad la adquisición y recreación de la cultura y el saber. O, lo que es lo mismo: los universitarios no se dejan engañar.

El echar mano de una propaganda tan abundante -porque se cuenta con los recursos para ello- de mentiras y calumnias, pone al descubierto el fin torcido de este último tipo de adversarios capitaneados por los “guías morales” (que, recuérdese, ninguno de los tres pertenece ya a la UV): derrocar a Martín y a la junta de gobierno y, todo parece indicar, promover a un académico afín a ellos para volver a prenderse a la ubre de la cual fueron arrancados.

Nota: El autor fue profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana de 1978 a 2012 y director de ella de 2001 a 2006.

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